sábado, 6 de junio de 2009

La madre de Maira estaba preocupada, ya que ella comía muy poco y sólo a veces, además su promedio escolar había bajado notablemente y no salía de su dormitorio si no era para ir al baño. Esta situación provocó la decisión de la madre de llevar a su hija al psicólogo para entender que estaba pasando. Después de la primera sesión en la que Maira no dijo ni una sola palabra, pensó que lo mejor era comenzar a sociabilizar para no preocupar a su madre. En el colegio no sabía a quién acercarse, no sabía en quien podía confiar, miraba minuciosamente cada gesto de cada una de las personas que veía, para tratar de descubrir como eran en su interior, nadie le llamaba la atención hasta que vio a alguien. Todos caminaban a clases en ese momento, pero él parecía que no estuviera ahí, se veía concentrado, sentado en la escalera dibujando totalmente en otra dimensión. Maira se quedó mirándolo e imaginaba que todo se volvía gris alrededor excepto él, que brillaba casi como la luna en la noche en que besó a Gabriela. El se sintió observado y levanto la mirada que se juntó con la de ella, se quedaron mirando durante un momento, el tenía los ojos grises, parecidos a los de su amor secreto, pero su mirada era menos dulce y tierna, menos delicada y sensible. El rostro de él se tornó enojado y cerró su cuaderno, guardó su lápiz y se dirigió a clases. Entonces Maira recordó que debía ir a clases también y corrió a su sala donde sus compañeros la miraron extrañados y Maira comprendió que sería difícil empezar de nuevo, tener nuevos amigos y que alguien la entendiera. Todo lo que le atraía le recordaba a Gabriela, quería volver a verla y estar con ella, sentir su calor y los latidos de su corazón al acercarse, pero debía dejarla ser feliz, si ella la hubiese querido habría evitado que se fuera… ¿o no?
Pasaron dos meses, era primavera y esa noche había luna llena, Maira y Gabriela la miraban desde sus respectivas ubicaciones pensando en la otra con una especie de nostalgia. Gabriela ya que no sabía nada de su amiga hace mucho quiso encontrarla y la llamó esa misma noche a su casa, Maira no podía creerlo, su amistad se mantenía intacta, lloraba por la emoción, mientras le contaba lo difícil que era para ella poder integrarse a su nuevo colegio, le explicaba como cada cosa que la rodeaba le recordaba a ella, Gabriela escuchaba sin decir nada, estaba triste y las palabras de Maira le dolían igual como le dolió verla alejarse. Le pidió que volviera, le dijo que la extrañaba y quedaron de juntarse el domingo que venia.

Al volver a casa Gabriela recordó cada momento que había estado con Maira, el momento en que se hicieron amigas en un paseo de curso a un camping, salió con Maira a los alrededores para conocer, ese día encontraron un lugar al lado de un río desde donde se podía ver cada una de las estrellas, el mismo lugar en donde estaban esa noche mágica en que Maira la besó por primera vez. Siempre volvían ahí cuando querían distraerse, no tenían planeado quedarse hasta el otro día, pero ella se durmió, y despertó con ese besó que le molestó tanto. Recordó el momento en que dijo que no quería volver a verla y sintió como algo le clavaba profundamente el pecho. ¿Por qué dijo eso tan estúpido? Ahora sólo quería abrasarla.

Al día siguiente Gabriela cumplía un año y nueve meses con Esteban, él la invitó a salir a algún lado después de clases, ella pensó en decirle que quería quedarse en casa pero aceptó sólo por remordimiento, el día era normal ella fingió no haber olvidado la importante fecha, pero no se entretenía con ninguna de las distracciones que usualmente le generaban placer, se preguntaba que le estaría pasando, y la respuesta era muy clara, no dejaba de pensar en Maira. Llegó el momento en que no aguantaba la culpa y tomó la decisión de terminar su relación con Esteban, le dolía lo que estaba pasando, pero necesitaba el tiempo para pensar y entender que estaba sucediendo con sus sentimientos. Él por su parte no demostró dolor al momento en que Gabriela le informó su decisión, sus ojos profundamente negros mostraban siempre esa mirada firme y fría, la que en un principio enamoró a Gabriela, el misterio de saber que había en realidad dentro de esa imagen tan dura, la atrajo a él desde que lo vio por primera vez. Ahora todo parecía distinto, ahora esa actitud la hería en lo mas hondo de su alma, sin ni siquiera ella darse cuenta.

Maira por su parte intentaba olvidar lo ocurrido con Gabriela, no salía y en el colegio no sentía deseos de hablar con nadie, quería estar siempre sola, por lo que no tenía mas recuerdos, ni en nada mas que pensar que en lo feliz que había sido en el instante en que sus labios tocaron los hermosos labios pálidos de ella, se sentía extraña, no entendía como algo tan lindo y que la hacia sentir tan bien como el amor hacia su amiga podía no ser correcto, como podía estar mal amar a alguien y querer sentirse amada, y a la vez no entendía como esa felicidad tan intensa podía transformarse tan rápidamente en una tristeza profunda. Quería olvidarla para no sufrir, pero en el fondo quería sufrir para no olvidarla. No quería conocer gente porque no quería otros recuerdos que no fuesen los de Gabriela cerca de ella, no quería sufrir pero ese era el precio de quererla.

De a poco la sala se llena, Gabriela esperaba ansiosamente que entrara Maira pero no se atrevía a pensarlo, solo lo sentía. Llega Esteban y la saluda con un dulce beso, Gabriela se atrevió a compararlo con el beso de Maira aquella noche, sabía que el beso con ella era irresistiblemente más dulce y adictivo, pero no podía ser, algo que creía tener claro era el no ser lesbiana. Suena el timbre y entra el profesor instantáneamente, Maira no llegó.
Tratando de poner atención a lo que el profesor explicaba en la pizarra, Gabriela se quedo atónita mirando fijamente las letras escritas en el titulo, se veía concentrada pero pensaba en porque Maira no había asistido a clases ese día, no dejaba de preguntarse que le habría pasado o si acaso estaría bien, cada ves que se preguntaba eso no podía dejar de recordar esa noche. Despertó de su sueño con las risas de sus compañeros al ver que no respondía al profesor, se sintió tan avergonzada que sentía como el calor subía hasta su cabeza y sus mejillas se tornaban rosadas, pidió ir al baño para mojarse la cara y alejar todos los recuerdos y pensamientos de su cabeza, eso no estaba bien. Cuando caminaba al baño se encontró con Maira en el pasillo, ambas quedaron impresionadas sin saber como reaccionar, pero fue Gabriela quien empezó la conversación: “¿Qué haces aquí? Es decir… ¿Por qué no estas en clases con todos? Y ¿Por qué no estas uniformada?” Maira sorprendida y confundida respondió: “Dijiste que no querías volver a verme. Me voy” Gabriela trato de explicarle que no se refería a no verla nunca más pero Maira la interrumpió y le dijo: “Dices ser feliz con Esteban, yo no voy a interrumpir más, pero no me pidas que me quede a ver como destruyes mi corazón cada día” Gabriela sintió rabia, no sabía porque ni con quien pero no dijo nada, sólo siguió caminando. Iba de vuelta a clases cuando Maira sin contener sus emociones, la tomó bruscamente del brazo y la besó con desesperación, esta vez Gabriela disfruto cada segundo del beso, sabía que le gustaba pero no entendía porque. Maira la miró a los ojos, su respiración se aceleraba y sentía que su corazón saldría de su pecho en cualquier momento, después de un silencio le dijo: “Entiendo que tengas miedo…Yo también lo siento, pero creo que te amo y eso es mucho mas fuerte” Se fue, y Gabriela sin hacer nada por detenerla vio como se alejaba quizás para siempre.

El día anterior a la entrada a clases Maira se levantó, estaba nublado, era domingo, el día estaba gris y deprimente, como le gustaba a ella, perfecto para ir a caminar a la playa. Cuando estaba mirando como el mar arrastraba la arena a sus pies, sintió de repente una extraña sensación de soledad que la invadía, un impulso se apodero de su cuerpo y entró al agua, estaba fría pero le gustaba, sus pantalones se inflaban con el agua, se hundió debajo de una ola y camino a la orilla lentamente. Su ropa le pesaba al estar mojada, y al sentarse, desde la arena vio a Gabriela, venía con Esteban de la mano. ¿Qué hacían ahí? Quiso esconderse pero ¿Dónde? Gabriela aun no se percataba de la presencia de Maira, ella sentía que todo se venía en su contra y dirigió su vista al suelo para no cruzar miradas. Gabriela reía con Esteban de alguna broma entre ellos, cuando Gabriela la vio ahí sentada con la ropa mojada y mirando el suelo, la risa desapareció instantáneamente de su cara, el nerviosismo se apoderaba de ella, Esteban le preguntó preocupado que pasaba, a lo que ella respondió titubeando que se sentía mal del estomago y que quería volver a casa. Él sabía que no era eso lo que molestaba a su novia, pero no quiso empeorar la situación y la dejó en su casa, la abrazó fuertemente tratando de darle protección y tranquilidad, podía ver a través de sus ojos grises casi transparentes la angustia dentro de ella. Su abraso no la tranquilizó, al contrario, sólo profundizó la culpa de no poder responder al amor que el le entregaba. Aun no entendía que estaba sintiendo.

Gabriela llega temprano a clases, cosa inusual en ella, algo la despertó de golpe en la madrugada, miró su reloj de pared, lo tenía desde que tenía 8 años, le gustaba tenerlo porque había sido un regalo de su bisabuela. El reloj marcaba las 5:17, y desde ahí no pudo volver a conciliar el sueño.


Gabriela en el fondo sabía que sintió lo mismo que Maira, pero su moral no la dejaba aceptarlo. Ella tenía novio, con el que llevaba un año y ocho meses y lo amaba, o al menos de eso quería convencerse. Al acabar el beso con Maira que duró varios segundos, el remordimiento por haber engañado a Esteban y con su amiga de casi toda la vida era un hecho que no se perdonaría, por lo que le dijo a Maira que no quería que se repitiera, que no entendía que pasó y quería olvidarlo, le pidió que no se lo dijera a nadie y le dijo que no quería volver a verla. Gabriela esa noche no pudo dormir, nunca imaginó que algo así podría pasarle y menos con Maira, pero aun así había algo en ella, en ese beso, no podía dejar de recordarlo y pensaba en las distintas formas que podría haber reaccionado en ese instante, se sentía culpable por recordarlo, quería pensar en Esteban y sentir por él lo que estaba sintiendo por Maira, por su cabeza pasaban rápidamente muchos pensamientos confusos, y sentía como miles de emociones apretaban su pecho hasta hacerla llorar por algo que ni ella lograba entender. Quedaba 3 días para el término de las vacaciones de invierno y llovía torrencialmente, Maira no había comido nada en dos días, no por adelgazar, sólo no tenía ganas de comer, ni de levantarse, lloraba al recordar las últimas palabras que salieron de los anhelados labios de su amiga, no entendía como un momento tan perfecto podía volverse tan horrible de un segundo a otro. Había estado meditando los dos últimos días desde que se separo de Gabriela, sabía que no era normal lo que estaba sintiendo hacia ella, sin embargo, ese beso la hizo tan feliz que no quería que ese sentimiento desapareciera de su corazón roto en miles de pedazos desde que su apreciada compañera decidió no verla más.


La luna parecía más cerca que nunca y su reflejo en los ojos violeta de Maira brillaba como si tuviese la capacidad de emitir luz propia. Cuando Maira se percató del tiempo que había estado contemplando esa esfera que flotaba en el cielo entre miles de estrellas que la rodeaban formando un cielo azulado que recordaría por siempre, miró a Gabriela que estaba dormida, acurrucada a su lado pérdida entre sus sueños, Maira la acariciaba con ternura preguntándose si lo que estaba comenzando a sentir era correcto. La encontraba perfecta, al verla sentía como algo le punzaba el pecho y empezaba a sentir cosquillas en todo su cuerpo, se acercó a ella y apartó su cabello oscuro de su cuello, comenzó a besarla lenta y suavemente para no despertarla, aun así Gabriela despertó, pero se mantuvo quieta por varios segundos sin saber que hacer, empezaba a sentirse incomoda, ¿Qué estaba haciendo su amiga? ¿Cómo debería reaccionar? Sabía que no estaba bien lo que pasaba, pero extrañamente la incomodidad que sentía comenzó a transformarse en una extraña sensación agradable que no podía describir, decidió voltearse y preguntarle porque hacía eso, pero al momento que abrió la boca para dirigirse a su amiga, ella tomó su cara y la besó.

Maira nunca había besado a alguien y no pensó que la primera vez que lo hiciera sería así, pero no se arrepentía, lo que había sentido esa noche que parecía la más hermosa de su vida, era tan profundo y lindo…Mientras duró.